Sucede que la vida huele a sed
una sed sinceramente larga
como estar en medio del mar en medio de nada
quién no se rompe un poco de vez en cuando
espejismo
volcán
proyección alrevesada
ceniza ascender con caprichos mutantes
declaratorias de ausencia
postergaciones de matar cucarachas
indecisiones solemnes de ir a la guerra
sabe alguien en un pajar qué es la aurora
humo de tabaco exhala dos segundos
lo sabe
languidece en la madrugada la epifanía
la luz oculta el ingenio de las sombras
hay convicciones de sangre en las costillas
la inteligencia es el mayordomo de la necedad
rescoldos serán las certidumbres
sucede que la vida se asfixia en una bolsa de plástico
obtura la respiración un anhelo
el deseo madura hasta podrirse
quebranta la roca de pretendidas corduras
confabuladas con fábulas de fábula
la sed es oscura niebla sin faro
mezclada con el vaho de las bocas atónitas
bocas voraces por parir fábulas
hollar lo incógnito
posibilitar sombras luminosas con refracciones sinfónicas
veneraron a los cerros y a los océanos
sembraron palabras en cada hueco del aire
germinarán enredaderas de lenguas
bosques y jardines hube hablado mañana
selváticos los dedos escribieron razas
nadie pudo beber una sola gota de luz
vaso alguno llevó paz a ningún espíritu
gritarán todos los labios aridez
porque todo es aunque no exista
porque todo falta aunque esté
oro y aurora crecen en mi estómago
barrancas y música salieron de mis manos
mis hijos quedaron adentro
quieren embriagarse de petróleo
los hijos de mis hijos nacieron muertos
estirpes fantasmales desmoronaránse
sobre la dizque civilización
tiene la boca sellada con uranio
sonríe
pendeja
cree en sí
poblaciones colapsarán de miedo mañana o pasado mañana
las montañas ríen
a los jaguares magia les vale madres
todos han presenciado el final aunque lo nieguen
por cuatrocientos espejos puedes ver lo mismo
nunca saciarás tu olfato
ése que acarrea de decepción a indiferencia
los acueductos abandonados gorgorean
agostada la mirada freática
bajo vaguadas espolvoreadas de abrojos
las consecuencias de respirar no me gustan
soy a menudo piedra del fondo de un quieto manantial
sin pensamientos me infiltra lento siglo a siglo
mi corazón está seco y tranquilo
la refracción de rayos solares provoca ningún sentimiento
el cielo no existe para mí ni el agua clara
y la sed permanece
a veces soy hoguera de cuatrocientas manos
destruyo cuanto alcanzo y luego me extingo
efímero esplendor alumbro
incierta luz me brota desde sin cuerpo
y la sed permanece
cuando la aflicción me envuelve torno viento
agito mi aliento inimaginable hasta tocar otro aliento
recorro desiertos y bosques sin otro interés que moverme
me uno a la tormenta y al cataclismo
y la sed permanece
si el flujo de las cosas me convierte en gota de agua
me abandono al capricho de lo otro
caigo y me hundo y subo y me paralizo
puedo participar en la vida y no me importa
tengo sed de algo más que yo mismo


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