Discutíamos la manera más adecuada de asesinar a alguien. ¿A quién?, no importa.
Teníamos nuestras diferencias, pero concordábamos, en general, que debe ser impune el homicida, si se quiere maximizar el deleite. Casi todos los autores que exploran el tema coinciden al respecto: el crimen perfecto jamás se descubre, sino que se evoca en lo secreto, a menos que seas un narcisista obsesionado con la fama, o tu autoestima esté tan maltratada como para querer llamar la atención mediante el crimen. “Tener un hijo, plantar un árbol, escribir un libro; cometer un crimen”, según Rodolfo Usigli, es una forma de dar cumplimiento a un objeto y un destino reservados para unos cuantos.
Y acaso se descubra el crimen, pero no el criminal, cuya memoria de ese instante en que tomó una vida ajena lo acompañará hasta la tumba en estremecimientos equivalentes al éxtasis de los místicos.
Para mí, podía hacerse uso de métodos sofisticados como invitar a la víctima a cenar a casa, luego apelar a la comicidad en un momento estratégico, de tal manera que al contar un chiste extremadamente hilarante, la otra persona se asfixie con el bocado en su garganta, y contemplar su agonía. Es probable que ni siquiera la víctima sospecharía del plan de asesinato. Ni en eso concordábamos. Sus métodos eran más simples y burdos. Servían, dadas las condiciones, pero no me convencían. Carecían de refinamiento.
Yo habría querido que fuera diferente, elegante. Sin embargo, llegamos así al momento de echar suertes: tomé el instrumento, y el asesinato fue mío.

Comentarios

Geisha dijo…
No, asesinato tuyo ya no se vale. Esto me recuerda a una peli de hitchcock, creo que en español la titularon 'La soga', donde un wey mata a otro tipo que es ejemplar, solo por sentirse superior o creer tener una mente 'superior' a la de su victima, supongo que Don Alfred tuvo que basarse en teorías alemanas nihilistas. Por otra parte dar muerte a un ser es un ritual de principios de la humanidad, en un libro de Sandor Marai, se desarrolla esta perspectiva ampliamente, y se plantea que ver morir u ofrendar la vida de un ser vivo a una deidad o para llamar a la abundancia, tiene su naturaleza mística, animal, irracional y necesaria (hasta en la biblia se narran estos sucesos), por tanto, el hecho de buscar un asesinato elegante, dejará de serlo cuando de quiera pensar en que podrá ser 'elegante', hoy la gente se mata, por guerras, por nacionalismos inútiles, por tierras, por religiones, porque te cargó la chingada, o porque tienes diabetes o cáncer. Sería más interesante, saber como la gente después de muerta, aprende a aceptarlo. Regularmente hasta los muertos cobran venganza en manos de sus descendientes.

Saludos, chido blog palabrista
B. dijo…
Lo escrito es muy bueno, como debe esperarse de ti.

Y comentaría algo intelectualoso al respecto pero sigo en shock porque existe alguien que se llama María Pimientos...

Ella y Alejandro Parada se llevan el título a los mejores nombres completos de todos los tiempos.
Hacía tanto que no recordaba esa película... pero me encanta, porque en ella el muerto se convierte en un altar al ego del asesino. ¡Por todos los cielos!, un banquete sobre el ataúd. Es cierto eso del ritualismo, casi misticismo, del asesinato.
Espero que a B.tO no se le ocurra asesinar a María Pimientos -y si se le ocurre, que me avise, para que aparezca en primera plana- o a Alejandro Parada.
dayanna* dijo…
Yo conozco a un Pablo Pimienta, ¿lo quieren asesinar también?

Me gustó mucho el escrito, ojalá que hubieras podido asesinar con estilo, ya será para la siguiente vez. ¿Habrá otra?

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