Un colibrí revoloteó hace un momento, confundido, por el patio de atrás, donde no hay una sola flor. El Octopato se le quedó viendo, muy atento, y preguntó: ¿no te duelen las alas?
El colibrí, asombrado por la pregunta, contestó: no mames, ¿no sabes que me encanta volar?
Y muy digno, se fue volando.
Comentarios
Saludos
Octopato, y sus preguntas....
y despues, que hizo Octopato?