Leda o las muertes del cisne (por María Cristina Preciado, en Dríades, 2007)


Más cerca: aliento de mi aliento: no apartes de mí tus estremecedores  | miembros: convierte mi dolor en su loco alimento | dejando que tus tigres de suave dulzura entren | lenta y furtivamente en flores mudas...
e.e.cummings

Voy pues, a desbrozarle al cuello
La desmelenada constancia de tu recuerdo
Para que ya seas tú, no los silencios
El que desborde los ritos
Para que al beso que te anuncie
Ya no le antecedan presagios que dudan de su destino.

Voy a ser la que irrumpe como una vocación
que te contiene y te derrama
Para que seamos nosotros, no las miradas
Los que asintamos la dolorosa estirpe del deseo
Para que al grito que nos sostenga
Le siga un silencio que ya no abrase.

Siempre entonces la tregua del amor
Que reconoce en los amantes sus emblemas
Que renueva en la convulsa afirmación de las bestias
La borrasca confabulada de los cuerpos,
Las rendiciones de la carne hecha carne.

Vamos pues, tú y yo
Estremecidos por la violencia fundamental de los salmones,
Por el ave retenida que aletea junto a otra
El urgente vuelo de animal herido,
Vayamos desde el vaivén de estas palabras dichas voces contenidas
Desde tantos tus nombres y los míos
Desde tantos hasta
A la inminencia de tus sargazos.

Entonces te amaré con la furia del agua
Que se repliega sobre sí para desbordarse toda entera
Para que allí, definitivos,
abracemos ebrios follajes, constantes en su despedida.

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