Entre la noche y el día


Hay una parte particularmente estremecedora en la película Entre la noche y el día, que narra el anhelo de un hombre con autismo por vivir en libertad.

El personaje principal, Francisco Cruz, llega a un parque de la Ciudad de México y se sienta en una banca junto a un jardín. Se da cuenta de la presencia de una rata lampiña entre las hierbas. La acaricia con una rama, luego con la mano, la toma en brazos y la coloca dentro del maletín donde guarda toda clase de objetos que se encuentra cuando camina por las calles con la mirada gacha.

Al volver a la casa de su hermano, donde vive en constante angustia porque su familia lo trata como una carga, esconde al roedor para que no lo descubran. Lo mete en un bote de metal y le da alimento y agua. Baña a la rata y le da un trato cariñoso, pero no deja de estar presa en un lugar que no es el suyo, pese a la tutela bondadosa del hombre de unas cinco décadas de edad.

Cuando Bruno, el sobrino de Francisco, lo sorprende acompañado de la rata mientras toca torpemente las teclas del piano, le exige que se lo lleve.

-Ese animal está enfermo, tienes que echarlo. ¿Qué tal si nos contagia? O lo sacas o lo reviento.

Esta declaración evidencia la condición de Francisco como un ser, al igual que la rata, que por sus características no es aceptado en la sociedad. Él ruega que le permita conservarla, pero el muchacho se niega y lo obliga a llevársela.

Después que Francisco la ha dejado en el lugar donde la encontró decide retractarse y mete a la rata en la bolsa del saco roído y sucio que viste siempre, regresa a la casa y una vez más Bruno lo confronta, esta vez poniéndolo en evidencia ante Víctor, el jefe de familia, y su esposa Silvia.|

-¿Ya les enseñaste tu mascota? -pregunta en tono socarrón-. Muéstrales lo que traes en la bolsa para que la conozcan.

Es un momento de enorme tensión narrativa y visual: las miradas de todos se posan sobre él, expectantes, mientras mantiene su mano en la bolsa del saco. Ante la presión, Francisco aparentemente estruja a la creatura, pues al sacarla está muerta y todos expresan la repugnancia que les produce.

¿No ocurre algo similar cuando alguien es juzgado por ser “distinto”? ¿No prefiere la sociedad reventarle, aunque ello sea repugnante, antes que enfrentarse a la incomodidad de aceptarle tal como es y permitirle vivir libre y dignamente?

Con una música estupenda, una fotografía magnífica y las maravillosas actuaciones de Joaquín Cosío, Francisco Cruz, Carmen Beato, Modesto Velázquez y Gabino Rodríguez, esta preciosa película con un final bucólico es una joya presente en la primera Muestra de Cine Mexicano Independiente en Guadalajara, en el marco de la cual se estarán proyectando muchas otras producciones realizadas, en esta primera edición, por egresados del Centro de Capacitación Cinematográfica durante todo julio en distintas sedes, una oportunidad inigualable para que el público de la ciudad se acerque a un cine de gran aliento y alta calidad técnica y artística.


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