Descarnadamente


(2005)



Si me quito la carne que florece sobre mis huesos mi esqueleto será en verdad hermoso, descarnado, descaradamente. Al salir a caminar por las noches luciré mi espléndido traje albísimo, resplandeciente a la mitad de la calle, a la mitad de los autos enfurecidos tocando sus bocinas. Lo depuraré con docenas de galones de alcohol, que etéreo y fúnebre escurrirá por lo que quedare de mi cuerpo. Tomaré el sombrero de copa que por tantos años ha estado guardado en una caja debajo de mi cama, negro bajo el polvo gris que le recubre y las telarañas que le amordazan.

Así me pasearé por las iglesias y los cementerios donde abandonaré tertulias tétricas después de dos cigarros, después de un vals vienés reproducido en disco de acetato, después que la sonrisa de la luna sea tan triste sobre esta ciudad como todas las noches en creciente. Qué soledades deliciosas, qué abismos pronunciadísimos, qué simas insondables, como el corazón ya no palpitante, transgrediría, irreverente pero en silencio.

El descanso de cada sol un sarcófago húmedo donde beber el insomnio eterno oscuramente, y por la noche las correrías con los pies perfectamente descalzos, visitando ruinosos vestigios del pasado y del futuro sin saludar a nadie, irreconocible, radiante.

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