Acerca del control de la inflación como política de desarrollo en América Latina


(2007, noviembre 7)
Carlos Dabús, Silvina Elías y María Fernández1 proponen que:

La inflación puede afectar al funcionamiento de la economía por diferentes canales. Azariadis y Smith (1993) enfatizan los efectos reales de la inflación a través de su impacto sobre el sistema financiero. Huizinga (1993) encuentra que la inestabilidad económica afecta negativamente la acumulación de capital por la mayor incertidumbre que esta provoca sobre el valor presente de los proyectos de inversión. Si una mayor inflación aumenta la incertidumbre sobre los proyectos de inversión las empresas preferirán demorar la toma de decisiones sobre el proyecto, hasta contar con un contexto de menor incertidumbre, o hasta que el rendimiento esperado de los proyectos se incremente lo suficiente como para compensar la mayor incertidumbre. De Gregorio (1992) muestra el impacto negativo de la inflación sobre el crecimiento económico, en un estudio comparado para varios países de Latinoamérica para el período 1970-1985. Encuentra que los principales elementos explicativos del crecimiento económico son la estabilidad y la inversión en capital físico y humano. La importancia de la estabilidad macroeconómica radica en que en estados de alta inflación los agentes deben asignar mayores recursos a recomponer el stock de información, a partir del deterioro del mismo como consecuencia del proceso inflacionario [para una discusión más extensa sobre este punto ver [Heymann(1986) y Heymann y Leijonhufvud(1995)]. En este sentido apuntan dos líneas de trabajo recientes. En primer lugar, los estudios empíricos de Tommasi (1994 a) para Argentina, y Dabús (1996) para Argentina y Perú encuentran que la inflación deteriora el contenido informativo de los precios. Esto disminuye la capacidad de pronóstico de los agentes sobre los precios reales, arrojando así una peor perfomance económica en los países de alta inflación. Por otro lado, Tommasi (1994b, 1994c) formaliza algunos de los efectos perturbadores de la inflación sobre la organización y el funcionamiento de los mercados. En particular, Tommasi encuentra un menor crecimiento debido a una las (sic.) asignación ineficiente de recursos, resultante de la inhibición de una buena selección de las actividades económicas, como consecuencia de la mayor velocidad a la que induce la inflación a los compradores a realizar sus transacciones.

En ese sentido, Pyndick y Solimano (1993) encuentran que principalmente la volatilidad de la tasa de inflación es la que genera una mayor incertidumbre y así una menor demanda de inversión. Precisamente un canal por el que la inflación puede perjudicar el crecimiento es a través de la mayor variabilidad de la misma. Incrementos del nivel de inflación en general están asociados a una mayor variabilidad de la misma [Blejer (1979) y Dabús (1998) encuentran evidencia en este sentido para varias economías latinoamericanas]. Esta mayor variabilidad aumenta la exigencia sobre los rendimientos esperados de los proyectos de inversión, reduciendo de este modo los gastos de inversión.

Otra de las formas en que la inflación puede tener efectos negativos sobre el producto es a través de sus efectos sobre el sistema de precios. Existe una vasta literatura que muestra evidencia de una relación positiva entre la inflación y la variabilidad de precios relativos [Cukierman (1984), Dabús (1998), Debelle y Lamont (1997), y Tommasi (1993)]. De este modo, si una mayor inflación provoca una mayor variabilidad de precios, esto deriva en una ineficiente asignación de recursos, afectando así negativamente el funcionamiento de la economía.

(…)Después de dos décadas de períodos prolongados de alta y muy alta inflación la mayor parte de las economías en estudio lograron la estabilidad. En forma compatible al consenso existente en la literatura, se encontró que el crecimiento se ve negativamente afectado por los procesos inflacionarios: en los episodios de alta inflación las economías en estudio, por lo general, tuvieron una perfomance claramente peor que en los de estabilidad duradera. Más aún, esto parece ser realmente claro en los países con episodios de inflación extrema, y en particular si se toma la evolución promedio del producto, por lo que parece ser relevante el concepto de régimen inflacionario para entender los efectos sobre el crecimiento. Largos períodos con una inflación mensual (anual) que supere aproximadamente el 10% (200%) parecen provocar claros efectos perjudiciales sobre el funcionamiento de los mercados. Entre los canales por los cuales la inflación lesiona el crecimiento se encontraría la incertidumbre asociada a estos casos. Un trabajo futuro sería entonces determinar la forma correcta de captar esta incertidumbre.

De este modo pareciera que el crecimiento a largo plazo debería darse en un contexto de estabilidad de precios, en cuyo caso lo interesante sería detectar cuales son los principales factores que afectan al crecimiento. Entre los candidatos se encuentran los factores asociados al “riesgo país”, y por lo tanto la previsión a largo plazo de una cierta estabilidad de las medidas de política económica y un cierto conjunto de reglas conducentes al crecimiento. Asimismo, otros posibles determinantes del crecimiento sería la restricción de crédito y el incremento del riesgo generado por la inestabilidad de los mercados financieros internacionales”.

Pero yo estoy en completo desacuerdo.

1 Dabús, C.; Elías, S.; Fernández, M. (1999). Inflación, Estabilidad y Crecimiento En América Latina. Disponible [en línea] 2007, noviembre 7 en: Asociación Argentina de Economía Política http://www.aaep.org.ar/espa/anales/resumen_98/dabus_elias_fernandez.htm

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