Vladimir Putin Corporation

(2008, enero 29)


Vladimir Putin



Si administrar un país es una empresa ardua, Vladimir Putin es un tenaz administrador y, quizás, un hábil empresario.

No sólo vinculó al Estado las mayores empresas de las industrias rusas (de energía, recursos estratégicos, armas…) luego de la privatización en la década de 1990 con el desmoronamiento del bloque soviético, devolviendo su preponderancia al aparato de Estado, sino que además colocó al frente de esas empresas a su camarilla, sus allegados, los dichosos “oligarcas” de Putin, quienes significan, para éste, un capital político y económico que no se puede pasar por alto.

Los años en la KGB permitieron a Putin hacerse de una red de contactos distribuidos en todos los niveles de gobierno, y su labor al frente de la agencia de espionaje en Alemania del Este le granjeó lealtades que facilitaron para él las diligencias de gobierno, cuando sustituyó a Boris Yeltsin como líder de la nación que por años había sido la contraparte del poder estadounidense en un mundo considerado como políticamente bipolar.

La adaptación a ese balance de poder transformado parece haber llevado al gobierno ruso, durante la presidencia de Putin, a diseñar un proyecto de nación que devolviera a Rusia el protagonismo perdido, postulando al país como uno de los vértices en un esquema de multipolaridad que está por verse. La continuidad de este proyecto en la gestión del presidente Dimitri Medvedev, uno de los oligarcas, ha sido posible gracias a la creación de la figura de primer ministro, asumida por Putin, para gestionar asuntos de Estado, mientras que el presidente se encarga de aquello relativo al gobierno. El comandante sólo cambió de lugar: su mano continúa trazando las decisiones. Sin embargo, esta argucia ha redituado en la imagen política del ahora primer ministro, percibido a nivel nacional como un propiciador de la alternancia, cuya popularidad se ha mantenido a pesar de haber usado la fuerza pública para reprimir posturas disidentes.

Las principales cartas de Rusia en el plano internacional, donde Putin tiene sus apuestas, son el suministro de energía, la conservación de su esfera “natural” de influencia y el desarrollo armamentista, relegando asuntos como libertad, derechos humanos, cooperación internacional. La rudeza con que Rusia ha postulado su posición en conflictos que le atañen (grupos rebeldes en el Cáucaso y Asia central, el escudo antimisiles de Estados Unidos en Europa, la guerra de Georgia, la cooperación militar con Irán y Siria, la interrupción de suministro de gas a Ucrania, entre otros) ha llevado a algunos expertos a plantear un escenario de “Paz Fría” o “Guerra Fría 2.0”, en que las condiciones a negociar son enunciadas a la par de una serie de amenazas.

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