Acerca de Estas Ruinas que ves, de Jorge Ibargüengoitia
(2006,
octubre 17)
1. En un trenecito retacado de cosas, en que los pasajeros van
apretados unos contra otros, viajan unos viajeros. Entre ellos está
Paco Aldebarán, cuevanense que regresa a su ciudad ruinosamente
exaltada para tomar posesión del cargo de catedrático de literatura
en la Universidad de Cuévano. Espinoza, profesor de filosofía, y
su mujer iban en el mismo vagón, pero no se conocían.
Un importante acontecimiento los esperaba: la inauguración de un
aula magna de la Universidad, que estaría a cargo del señor
gobernador del estado, y que marcaría un antes y un después en la
Historia de tan ilustre institución educativa, pues era el momento
también en que los Siete Sabios de Grecia (que no eran ni siete ni
tan sabios ni por error griegos) dejarían sus puestos como
catedráticos para dar paso a nuevas generaciones de profesores.
En el evento se hicieron las presentaciones de costumbre entre las
personas relacionadas con la Universidad. Ahí comenzó la obsesión
de Aldebarán por Gloria, una hermosa núbil muchacha que sería su
alumna.
Pero después de la borrachera que tuvo con sus compañeros
profesores, en que casi fueron a dar a la cárcel, Malagón, el
historiador, le dijo que Gloria había sido siempre una triste
historia. Nunca podría experimentar el pleno goce sexual. Un
terrible problema cardiaco. Daba pena verla tan linda y pensar que
moriría en el éxtasis del cuerpo entregado. Y lo peor de todo:
ella no lo sabía.
Aldebarán apenas podía contener las ganas de seducirla. La
obsesión era casi inconciente y saltaba a la vista, por ejemplo, en
el mural que pintaron en el café La Flor de Cuévano, una noche en
que a todos les entró la inspiración de pintores, y una noche en
que se deleitaron con el trasero de Sarita, que quedaba al
descubierto de tanto en tanto mientras ella asistía a su marido en
la obra pictórica y siendo todo un espectáculo para el resto de los
profesores. Así que se enfocó a esta mujer mucho más factible a
pesar de estar casada, y a pesar de estarlo con su nuevo amigo el
profesor Espinoza.
Transcurrieron meses de aventuras entre Sarita y Aldebarán frente a
las narices del incauto profesor de filosofía.
Las cosas se complicaron cuando se anunció el compromiso entre
Gloria y Rocafuerte, un joven de porvenir llegado de la capital por
asuntos de negocios con el gobierno del estado. Aldebarán
consideraba como un deber ético advertir a los novios acerca del
peligro que entrañaba la consumación de su matrimonio, que en
realidad convenía al padre de Gloria y que podía ser la razón para
que éste no abriera la boca. Había que hacer algo. Pero nadie se
atrevía. Y todo se puso mucho más difícil cuando Gloria armó un
escándalo con sus papás porque estaban divirtiéndose Rocafuerte y
él con los maestros. Espinoza y Sarita, que no estaban enterados de
la situación, les permitieron quedarse en su casa mientras se iban
de viaje y se aclaraba todo entre los iracundos padres y los novios.
Por fin, Aldebarán habló con Rocafuerte para darse cuenta que todo
había sido una compleja invención etílica de Malagón. Ya nada le
impedía a Paco hacer a Gloria suya.
2. Ejemplos de uso de los mecanismos del humor en la novela Estas
ruinas que ves
La parodia: Ibargüengoitia se burla de acontecimientos históricos
sacralizados como la toma de la Alhóndiga de Granaditas (la “Troje
de la Requinta”).
También utiliza situaciones jocosas per se, como el intruso
que orina la mesa en que departen el profesor Aldebarán y los
profesores: “Juanjo se había puesto otra vez de pie y en ese
momento se preparaba para mear sobre nosotros (…) No era fácil.
El Colorado no podía salir de su puesto tras la barra sin cruzar la
línea de fuego”.
El sarcasmo: “las cejas de los hombres son espejo de la sexualidad
(…) las cejas de las mujeres no son indicio de nada”.
3. Crítica de las instituciones sociales
El absurdo de la sociedad es muchas veces explicado de una forma
mucho más coherente a través del humor, de la práctica del
absurdo. Por tanto, el humor se convierte en una crítica al sistema
social manifestando su ridiculez y el de sus instituciones, como en
el caso de esta novela, en que Ibargüengoitia pone en entredicho
conceptos como el matrimonio a través de la hipocresía de la
sociedad frente al ejercicio de la sexualidad, satanizada en extremo.
Critica el sistema de educación, rígido y obtuso, en que un puñado
de personas se erigen como dioses supremos del conocimiento. Critica
al gobierno y sus favoritismos, la práctica política como arena
cuyo fin es cumplir los deseos o caprichos de los poderosos. Critica
la despótica monopolización del buen gusto en cuanto al arte por
parte de algunos intelectuales.
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