Acerca de Los de Abajo, de Mariano Azuela


 2006, Agosto 22




1.- Las llamas ascendían por la barranca y su resplandor alcanzaba las pupilas de un fugitivo que se movía entre las sombras. La casa de Demetrio Macías había sido incendiada por unos federales que la habían invadido, aún cuando él les había perdonado la vida.

Entonces se reunió en la sierra con sus hombres, una pandilla de campesinos sublevados, sedientos de sangre, que peleaban a manera de guerrilla contra los federales. La gente los quería y los protegía porque odiaban a los federales. Era una vida itinerante, errática, donde la diversión del día se encontraba en dispararle a un pelotón de federales usándolos como tiro al blanco. Cómo odiaban a los Federales. Y a los curros. Por eso cuando llegó hasta ellos Luis Cervantes, con su hablar rebuscado, lo agarraron preso. Desconfiaban de él, que ingenuamente había dejado la ciudad buscando a los revolucionarios, pues en su mente representaban los románticamente añorados ideales de igualdad y justicia.

Sin embargo Luis Cervantes encontró la manera de ganarse la confianza de Demetrio Macías, por quien parecía sentir un profundo respeto, que a veces rayaba en la lambisconería. Y ascendió con él en la jerarquía de la milicia, y escaló con él la corrupción de la revuelta, del pillaje. En Zacatecas fueron los reyes.

Tiempo después escribió Luis Cervantes desde El Paso, Texas. Se había salido de la bola justo a tiempo, justo antes de que la Revolución se llevara a Demetrio y sus hombres entre las patas. Ahora los odiados eran ellos, la gente estaba harta de la guerra y los abusos de todos los soldados.

Pero Demetrio y sus hombres ya no pertenecían a un lugar, habían dejado su tierra y no podían volver a ella. Los pueblos estaban desolados y todos los lugares por donde pasaban eran un montón de ruinas. En Juchipila Demetrio vio a su mujer y a su hijo. Él no lo reconoció, le asustaba su padre. Ella le pidió que se quedara, pero la piedra iba cayendo y no se detendría hasta llegar al fondo del barranco. No había nada que pudieran hacer, sólo encogerse de hombros.

Villa había sido derrotado, y aunque ya no encontraban razón para continuar, la marcha por los cañones seguía, como si de exiliados se tratara.

Se convirtieron en aquello que tanto odiaban…, Demetrio y sus hombres caminaban hacia una emboscada preparada por otros, en el mismo cañón donde cazaban federales al inicio de la lucha, apostados con sus rifles entre las rocas. Uno a uno cayeron sus hombres, y Demetrio Macías se quedó solo, disparando su fusil hasta después de la muerte de todos.

2- La novela de la Revolución mexicana explora y cuestiona el pasado inmediato al momento histórico en que fue escrita, a la vez que hace una reflexión sobre el presente incierto que se dejaba sentir por entonces. Según Emmanuel Carballo, El aguila y la serpiente, La sombra del caudillo, Ulises criollo, La tormenta, Campamento, Se llevaron el cañón para Bachimba, Tropa vieja, representan un momento de renovación en la narrativa mexicana, con un enfoque político y social que respondía a los turbulentos acontecimientos vividos entonces. El país era una turba sin sentido, ni orientación, ni información.

Los de abajo presenta un movimiento revolucionario más circunstancial que popular, documenta las vivencias de la guerra civil con personajes profundamente humanos, profundamente llenos de contrastes, entregados al absurdo de una vida que se vieron obligados a vivir (excepto Luis Cervantes, que pertenecía a otra clase social). Los de abajo grita una pregunta desgarrante: ¿quién demonios somos, éstos de aquí, al pie del cañón, los que empuñamos el rifle?, además ¿qué haremos cuando se acaben las balas, cuando nos encontremos con que hay que volver al arado, cuando el de enfrente deje también su rifle y nos encontremos cara a cara –y con qué cara-, y tengamos que decirnos digamos “buenas tardes”?


3- Salieron de su tierra sin saber si volverían y, sin desear ser héroes, fueron llevados a la lucha donde a momentos parecían querer serlo. Pero no pudieron. Y cuando volvieron a su tierra ya no hallaban razón para quedarse. Demetrio Macías era un Ulises pedestre, con su Ítaca doblegada. Es cierto, montaba caballo, pero eso era más un accidente. La razón de que el ensayo de Carlos Fuentes se titule “La Ilíada descalza” tiene que ver con el fin del héroe épico invencible. El indestructible héroe antiguo es sustituido por uno más humano que encarna la constante angustia de estar limitado a una condición miserable de opresión por los dueños de la tierra, que en este caso no son los dioses, sino los terratenientes, a cuyo amparo los desposeídos se ven obligados a acudir implorantes.

El “héroe” de esta narrativa es un ser doliente y vacilante, lo cual aunado a sus vicios, sus perversiones, degrada su calidad heroica. Está en medio del huracán, y sin pensarlo se entrega a él, ¿qué más le queda? Estupefacto, arrebatado, contempla la magnífica erupción volcánica que lo arrastrará consigo y lo enterrará. Ante esta vulnerabilidad, surge un nuevo cuestionamiento, ¿estamos predestinados a vivir así, condicionados irreversiblemente por la historia en que fuimos paridos? ¿Podemos escupir al cielo, a las barbas del tirano, desafiar este sino?


Bibliografía:

Azuela, M. (1916/2003) Los de abajo. (2ª ed.) México: Fondo de Cultura Económica.
Carballo, E. (s. f.) La sombra del caudillo inauguró en las letras mexicanas el género de la novela política. Disponible [en línea] 2006, Agosto 21 en: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. http://www.cnca.gob.mx/cnca/nuevo/diarias/280898/alfilode.html
Fuentes, C. (1983, Julio) La Ilíada descalza. Letras Libres. (pp 6-10) Disponible [en línea] 2006, Agosto 18 en: http://www.letraslibres.com/index.php?sec=22&autor=Carlos%20Fuentes

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