Nunca existió la República Democrática del Congo
(2008, noviembre)
El hombre que gobernó,
por más de treinta años, a la antaño colonia belga del Congo, unió
ineludiblemente su historia a la de un pueblo que nunca fue una
nación. Su nombre, Joseph Désiré Mobutu, quien emuló al rey belga
como si de su reencarnación se tratara.
Nunca
existió la República Democrática del Congo. El territorio fue, a
finales del siglo XIX, un latifundio, propiedad privada del Rey
Leopoldo II de Bélgica. Después el imperio belga asumió la
explotación y administración del mismo, siguiendo
inquebrantablemente la política delineada por el Rey. Sólo unos
días duró la independencia, pues los conflictos internos y los
intereses internacionales lo convirtieron, en 1960, en un enclave
estratégico de disputa entre Washington y Moscú, que pretendían
incorporarlo a sus respectivas áreas de influencia. Posteriormente,
de 1965 a 1997, el régimen militar que tomó el control hizo eco de
la estructura colonial de propiedad privada del país y se adueñó
de los recursos naturales para el enriquecimiento de un hombre y sus
secuaces, y la guerra civil que siguió a la deposición de ese
hombre privó al pueblo congolés de la oportunidad de decidir su
destino.
Por
lo tanto, antes de explorar cómo funcionaba el régimen de Mobutu y
las consecuencias que implicó, será necesario volver a la época
colonial para describir el sistema.
Sistema colonial belga
La dominación del
territorio del Congo fue una ambición personal de Leopoldo II, quien
invirtió en la colonización a través de una compañía para la
explotación de los recursos. Había sido él mismo quien convocara,
en 1885, a los gobiernos europeos a la Conferencia de Berlín para la
repartición de África, y negoció ahí las condiciones que
consideraba mejores para llevar a cabo sus pretensiones
empresariales. Sin embargo, cuando requirió capital para invertir,
se vio obligado a recurrir al Parlamento belga y solicitar un
préstamo, pero éste le fue negado por tratarse de sus intereses
privados.
A la
orilla del río Congo fundó una ciudad que llevó su nombre,
Leopoldville (la actual capital del Congo, Kinshasa), y estableció
un aparato militar, la Force Publique, y en 1888 se creaba el
ejército colonial, que aseguraba la explotación de su territorio.
En el Congo, Leopoldo II instauró un sistema de explotación a
partir del trabajo forzado (que redujo la población a la mitad,
produciendo la muerte de al menos 10 millones de personas durante el
período colonial) para la obtención de caucho y de marfil (Adam
Hochschild, 2003, julio 7), e invirtió en infraestructura, planeada
para maximizar rendimientos y no para beneficio de la población.
Su
justificación para la colonización, a nivel retórico, consistía
en asumir una misión civilizadora, pero durante su dominio los
abusos fueron constantes, ya que era fundamental doblegar a las
jefaturas locales, consideradas como núcleos de resistencia, por lo
cual también apoyó a criminales como Tippu Tip, un mercenario local
encargado de abastecer de esclavos los mercados árabes.
Cuando,
en 1908, el Parlamento Belga desposeyó a Leopoldo II de sus
territorios y asumió la el control colonial, la situación no cambió
para los africanos.
La
administración belga que sucedió al Rey en el Congo perfeccionó
ese sistema de explotación, manteniendo la estructura tributaria
coercitiva y usando la Primera Guerra Mundial como pretexto para
reinstaurar la recolección forzada de impuestos y la conscripción
obligatoria, que permanecieron hasta la década de 1950 (Carole
Collins, 1993, junio). El modelo colonial también contemplaba la
represión, y un sistema de segregación racial inspirado en el
apartheid sudafricano, que en cuanto fue pactada la independencia
favoreció el amotinamiento de los soldados africanos contra
oficiales europeos del ejército.
Una independencia
sorpresiva
En enero de 1960,
sorpresivamente, el gobierno belga accedió a otorgar la
independencia en junio, luego de celebrar elecciones populares en
mayo. Patricio Lumumba resultó ganador, aventajando incluso a Joseph
Kasavubu, un antiguo promotor de la independencia.
Lumumba
era un líder popular anticolonialista cuyo carisma le había valido
el apoyo popular de muchos grupos políticos con intereses distintos,
y había formado el partido Movimiento Nacional Congolés (MNC), con
el cual participó en la conferencia de Accra para la unificación
africana, mientras que Kasavubu, no tan carismático y percibido por
la comunidad internacional como un político débil, lideraba el
partido étnico Asociation des Bakongo (Abako).
No
hubo preparación para el autogobierno, la independencia se dio sin
transición. No había conciencia política ni prácticas de
participación ciudadana: el voto y la formación de partidos no
fueron permitidos sino hasta 1957, todavía en 1960 se mantenía la
prohibición de la libre expresión, la libre asamblea y el libre
tránsito, lo cual dificultaba la toma de decisiones colectivas, pues
la gente no estaba familiarizada con la política.
La
forma en que se había diseñado la explotación colonial de los
recursos daba lugar a antagonismos regionales y fragmentación
política: en el año anterior a la independencia se crearon más de
cien micropartidos regionales de índole étnica, geográfica o
basados en un líder aglutinante. Lo único que tenían en común
esos partidos era la exigencia de una independencia inmediata.
La
independencia del Congo se otorgó formalmente el 30 de junio de
1960, con Kasavubu como presidente y Lumumba como primer ministro,
elegidos por los miembros del Parlamento. Sin embargo prevalecía la
estructura colonial heredada del gobierno belga, y esto era mucho más
evidente en el ejército, donde los oficiales europeos continuaban
ostentando los mayores rangos y se negaban a delegar sus puestos a
oficiales africanos mientras no se estabilizara el gobierno civil. La
percepción de los africanos en el ejército fue que la independencia
los había dejado de lado, y cuatro días después ocurría un
amotinamiento.
A
las agresiones en contra de oficiales europeos y las revueltas dentro
del ejército se siguieron algunos asesinatos de civiles extranjeros,
lo cual Bélgica tomó como pretexto para enviar sus tropas, con la
pretendida finalidad de proteger a los belgas en peligro, cuando en
realidad tenía propósitos neocoloniales de dominación económica y
política.
La crisis de 1960 y el
primer golpe de estado
Tres eventos principales
propiciaron que en 1960 se presentara la llamada “crisis del
Congo”:
- El amotinamiento de soldados congoleses contra sus oficiales europeos. Algunos extranjeros fueron asesinados en las revueltas, lo cual Bélgica tomó como pretexto para enviar tropas y alentar la separación de la provincia de Katanga, que concentraba la industria minera.
- Cuando Moise Tshombe, líder separatista, declaró la independencia de Katanga, la provincia de Kasai (productora de diamantes) siguió su ejemplo, ambas por instigación de Bélgica, Sudáfrica y Rhodesia (Zimbabwe).
- El envío de tropas belgas, que violaba el acuerdo de independencia en que se comprometían a sólo intervenir por petición del gobierno congolés.
La
separación de las provincias de Katanga y de Kasai dejaba al Congo
desvalido, pues en gran medida dependía de los recursos generados en
éstas, por lo cual para el gobierno congolés era impensable
permitir la secesión.
Así,
tomando en cuenta la importancia política y económica de mantener
la unidad territorial, y percibiendo la intromisión de tropas belgas
como un acto intervencionista, el gobierno congolés recurrió a las
Naciones Unidas pidiendo auxilio internacional. En principio Lumumba
y Kasavubu acudieron a la ONU para apaciguar el levantamiento en
Katanga, pero ante la manifiesta renuencia mostrada por las fuerzas
de paz para proteger la integridad del Congo, Lumumba solicitó en
septiembre el apoyo soviético y adoptó una postura anti ONU.
El
asunto polarizó las tensiones entre los dos grandes bloques
políticos enfrentados (liberalismo y comunismo), paralizó la toma
de decisiones de la ONU por muchos años, fue el umbral de la
incursión de la “Guerra Fría” en África y detuvo la transición
del Congo de un gobierno colonial a uno democrático.
Con
la decisión de intervenir, la ONU, dejó de ser parte mediadora para
convertirse en parte involucrada, tanto en la política interna del
Congo como en la “Guerra Fría”, por todo lo cual los Estados que
habían apoyado la Operación de la ONU en el Congo retiraron sus
tropas y su respaldo político (sobre todo los africanos y no
alineados).
La
mutua destitución de sus funciones entre Kasavubu y Lumumba produjo
una crisis constitucional, que en la ONU no obtuvo respuesta pronta
sino que evidenció la falta de capacidad tanto del Consejo de
Seguridad como de la Asamblea General para tomar acuerdos.
Estados
Unidos y el Secretariado de la ONU tomaron partido por Kasavubu. La
colaboración entre la ONU y los Estados Unidos en contra de la URSS,
a quien se percibía como el mayor de los peligros, obstaculizaron la
resolución del conflicto del Congo. Según Carole Collins (1993,
junio), los Estados Unidos buscaban evitar que el respaldo soviético
para el anticolonialismo en África les permitiera extender su
influencia, y pagaron 100 millones de dólares al año para mantener
la Operación en el Congo.
La
ONU, dejando de lado su pretendida imparcialidad, entregó un millón
de dólares al General Joseph Désiré Mobutu (quien el 14 de
septiembre dio un golpe de Estado, propiciado por la crisis
constitucional) para garantizar su lealtad con Kasavubu y pagar al
ejército todo lo cual levaría al encarcelamiento y posterior
asesinato de Lumumba el 17 de enero de 1961.
Con Lumumba fuera del juego, Mobutu devolvió el poder al presidente
Kasavubu en febrero de 1961, pero se retiró con sus simpatizantes a
la provincia de Kisangani, donde estableció un poder militar de
facto. Dado que las provincias rebeldes permanecían sublevadas,
a ocho meses de su independencia el Congo estaba dividido en cuatro
entidades políticas separadas: Katanga del Sur (controlada por
Tshombe), Provincia oriental de Kisangani (controlada por Mobutu),
Kasai del Sur y Kinshasa (controlada por Kasavubu).
El segundo
golpe de estado y la oligarquía militar
La misión de las
Naciones Unidas logró comprometer a un gobierno de unidad nacional
al derrotar al ejército de Katanga del Sur y reintegrarlo al Estado
congolés, pero los sobrevivientes de ese ejército huyeron a Angola
para evitar represalias.
La división territorial evidenciaba una desintegración del
ejército, que en ausencia de una lealtad militar al Estado-nación,
profesaba una lealtad a estructuras de poder subnacionales.
Kasavubu
obtuvo la cooperación del líder separatista de Katanga, Moise
Tshombe, al nombrarlo primer ministro, y trabajaron en la
reconstrucción del ejército para doblegar a los separatistas
restantes, reclutando mercenarios y katangueses que habían huido a
Angola.
Para
septiembre de 1965 ya había derrotado a los insurrectos, pero
reaparecieron los reclamos políticos de base étnica y los grupos en
el poder se polarizaron, lo cual sirvió como pretexto a Mobutu para
lanzar un segundo golpe de estado el 24 de noviembre. El golpe estuvo
maquinado por la CIA, que había buscado así anular a los grupos
socialistas que luchaban por el poder.
Mobutu
prometió que devolvería el poder a los civiles tras cinco años de
control militar, pero nunca sucedió así. Primero, el problema de la
legitimidad del régimen lo asumió integrando a 22 civiles en su
gobierno, pertenecientes a todas las facciones políticas de las
diversas regiones del país. Sólo uno de los miembros de su gobierno
era militar pero fue destituido por temor a que su popularidad entre
las tropas le diera mayor poder que a Mobutu.
El
periodo 1966-1974 se caracterizó por un monopolio oligárquico del
poder, ostentado por el ejército. Según las definiciones de Morris
Janowitz (en Kasangani Emizet, 2000, diciembre), en esta primera
etapa podría describirse al régimen mobutuísta como una oligarquía
militar, legitimada a través de controles subjetivos (políticas
populistas, estructuración vertical del partido, propaganda
ideológica de partido, purgas y ascensos) y objetivos (modernización
del ejército, aumento de gasto militar, nombramientos en el gobierno
para quienes habían apoyado el golpe) que minimizarían la
posibilidad de nuevos golpes de estado.
Para
obtener el respaldo popular, Mobutu proclamó a Lumumba como héroe
de la revolución y se apropió de sus principios nacionalistas (al
menos en la retórica). A partir del grupo mobutuísta que dio el
golpe de 65, que se hacía llamar “Compañeros de la Revolución”,
conformó el Movimiento Popular de la Revolución (MPR) y en 1970 lo
institucionalizó, mediante enmienda constitucional, como partido
único, de tal manera que cualquier opositor era considerado como un
enemigo del pueblo.
Los
militares se opusieron a la implantación del partido en el ejército:
mientras que la vieja oligarquía pretendía profesionalizar el
ejército y desvincularlo del poder civil, Mobutu intentaba
politizarlo para mantener un mayor control de éste.
A
partir de 1971 el nacionalismo promovido por Mobutu adquirió un
tinte tradicionalista africano: renombró al país como Zaire, se
autonombró Mobutu Sese Seko Kuku Ngbendu Wa Za Banga (que significa
“el guerrero todopoderoso quien, debido a su fuerza y a su
inflexible voluntad para vencer, va de conquista en conquista,
dejando fuego por donde pasa”) y prohibió todo nombre cristiano,
además de nacionalizar las escuelas católicas y prohibir los trajes
a la europea de tres piezas. En 1973 declaró la nacionalización de
pequeñas y medianas empresas, con lo que iniciaba una política
económica paternalista y populista para ganar la simpatía de la
gente.
Control autoritario
personalizado
De 1975 a 1986 el régimen
se volvió más autoritario y pasó a estar basado en el
clientelismo, la corrupción, las purgas, las conspiraciones, el
faccionalismo y un férreo aparato coercitivo, como lo plantea Emizet
Kisangani (2000, diciembre). Mobutu retiró a los militares del
proceso de toma de decisiones y los relegó políticamente.
La
mejora del ejército, en los años anteriores, había hecho nacer
ambiciones políticas entre los oficiales jóvenes, por lo cual
Mobutu, temiendo un golpe de Estado, redujo su participación en
asuntos políticos y comenzó a concentrar todas las facultades de
gobierno.
En
1974 modificó la estructura de las fuerzas armadas, debilitando su
cohesión. En el gobierno había un Consejo Legislativo rudimentario
que garantizaba la personalización del Estado bajo el mandato de
Mobutu, quien después se proclamó líder supremo de la nación.
Mientras que el ejército era politizado, el ala joven del Partido
era militarizada como fuerza de mantenimiento del orden. De esta
manera disminuía la posible oposición de los altos rangos del
ejército.
Más
adelante, con el pretexto de suprimir una supuesta conspiración en
su contra, organizada por grupos opositores con ayuda del extranjero
(sugirió que estaba involucrada la CIA), en 1975 depuró el
ejército: ejecutó a algunos oficiales de la vieja guardia, aisló a
otros en provincias lejanas y ascendió a muchos oficiales jóvenes.
A partir de entonces reorientó el papel del ejército a la
aplicación interna de la ley más que a la defensa externa.
Sin
embargo, el Frente Nacional para la Liberación del Congo, alojado en
Angola, atacó en 1977 la provincia de Katanga (donde se concentraba
el 60 por ciento de la producción nacional) para bloquear el
suministro de recursos y desestabilizar a Mobutu. El ejército
zaireño fue derrotado porque había sido debilitado por el General,
además que había problemas con los salarios, por lo cual fue
necesaria la intervención europea. Mobutu había promovido un
sistema de lealtades en el ejército con el cual ascendía a los
oficiales por sus posiciones políticas, no por sus calificaciones
castrenses: en 1980 el 90 por ciento del personal del ministerio de
defensa provenía de la provincia de Ecuador, como Mobutu, y era de
su etnia, los ngbandi.
Sólo
logró someter a los rebeldes, en 1978, gracias al apoyo de ejércitos
extranjeros. La intervención de Estados Unidos y Europa en los
conflictos internos de Zaire, como parte del juego de influencias de
la “Guerra Fría” permitió a Mobutu mantenerse en el poder,
debilitando al ejército para evitar oposición interna y confiando
en el apoyo de sus aliados Occidentales. Para el final de 1980 había
destruido moralmente la capacidad de combate del ejército.
Partido autoritario de
masas
De 1980 a 1986, el
ejército había sido politizado del todo (es decir, había perdido
su neutralidad respecto al gobierno y apoyaba sólo al partido de
Mobutu), y fue completamente excluido de las decisiones políticas
por el poder de un gobierno autocrático encarnado en el gran líder.
El dictador se volvió absoluto y conformó grupos paramilitares que
garantizaran su seguridad y debilitó el aparato militar.
Alemania
Occidental financió y dio apoyo técnico para crear la Guardia
Civil, el grupo paramilitar encargado de proteger a Mobutu.
El
ejército se dividió en unidades que funcionaban bajo el control de
patrones extranjeros: Bélgica, China, Israel, Corea del Norte,
Francia y Alemania Occidental. De esta manera Mobutu garantizaba la
intervención extranjera a su favor en caso de detectar alguna
amenaza y neutralizaba cualquier intento de golpe de estado.
La
división del ejército permitió a Mobutu reforzar su poder. Cada
unidad estaba siempre lista para combatir a otra que pudiera
representar un peligro, pero debido al aislamiento en que se les
tenía, los soldados se dedicaron a la rapiña y a la extorsión del
pueblo, sobre todo en las provincias interiores.
De vuelta a la
oligarquía militar
De 1986 a 1990, tras el
debilitamiento del aparato de defensa, que descansaba completamente
en el apoyo externo, Mobutu se abocó a comprar las lealtades de los
oficiales ofreciéndoles el control de los recursos en las regiones a
su cargo, ya que el malestar derivado de la corrupción del ejército
hizo al General temer una insurrección popular. Los mandos militares
se involucraron más en la política y la participación civil volvió
a ser limitada. Había terminado el paternalismo de Estado, que
neutralizaba la inconformidad popular, y Motubu había entregado a
sus generales el país para que lo administraran como empresas de su
propiedad y se enriquecieran sacando provecho, emulando el viejo
sistema colonial belga.
Democratización
fallida
Tras la caída del Muro
de Berlín la comunidad internacional empezó a presionar al régimen
militar zaireño para liberalizar sus políticas. La Unión Soviética
había dejado de ser una amenaza, y Estados Unidos ya no tenía
necesidad de usar a Zaire y favorecer a Mobutu para contener al
comunismo.
La
liberalización que sobrevino en 1990 fue controlada por el ejército,
lo cual produjo descontento popular, expresado en manifestaciones y
marchas en las ciudades, que fueron violentamente reprimidas, por lo
cual las naciones extranjeras suspendieron su ayuda económica y
militar al régimen. Esto permitió al movimiento popular continuar
sus actividades, y con la democratización aparecieron varios
partidos políticos, que organizaron una Conferencia Nacional
Soberana, en la cual la postura reformista se enfrentó a los
partidarios del régimen, en gran polarización, pero el ejército se
oponía a favorecer una mayor democratización y no tardaron en
estallar enfrentamientos a lo largo de todo el país, atizados por
Mobutu para desacreditar a la Conferencia.
En
1992 la Conferencia Nacional Soberana decidió instaurar un
Parlamento de transición para proclamar una nueva constitución, y
eligió un primer ministro, Etienne Tshisekedi, para controlar las
fuerzas armadas. Esto pretendía anular la manipulación política de
Mobutu, despolitizar el ejército, reducir la percepción de que éste
se oponía a la democratización, y disminuir el nivel de violencia
política.
Sin
embargo, el ejército temía el fin de sus privilegios, consagrados
gracias al sistema de patronazgos establecido por el régimen militar
a finales de la década de 1980, que les ofrecía ventajas económicas
y políticas, y por tanto se rehusaron a ceder.
Cuando
Mobutu intervino en 1993 para evitar las sesiones parlamentarias,
sobrevino una lucha armada en Kinshasa dejando mil 200 muertos y la
ciudad en ruinas. Además, los partidarios del régimen promovían
las rivalidades étnicas para frenar las reformas, y el General
desconoció a Tshisekedi como primer ministro. En 1994, cuando Mobutu
finalmente accedió a reconocer a un nuevo primer ministro, Kengo wa
Dongo, éste se enfrentó, sin saber cómo ni tener los recursos
necesarios, a la migración de hutus provenientes del vecino Ruanda,
sustituidos en el gobierno de ese país por los tutsis, quienes
habían sufrido una serie de matanzas por los hutus cuando tenían el
poder (Adam Hochschild, 2003, julio 7).
La
fallida democratización no devolvió el gobierno al pueblo de
“Zaire”, pero hizo resurgir las rivalidades étnicas y
regionales, que bajo el régimen mobutuísta habían permanecido a
raya.
La guerra civil
Conocidos como
interahamwe, el grupo de hutus que había dejado el poder en
Ruanda y organizado el genocidio allá, pertenecientes a las Forces
Démocratiques de Libération du Rwanda (Fuerzas Democráticas de
Liberación de Ruanda, FDLR), conformaron milicias que huyeron al
Congo junto con dos millones de hutus perseguidos por los tutsis del
Frente Patriótico Ruandés (RPF). Establecieron sus esferas de poder
en los campos de refugiados y atacaban a los tutsis de la región,
conocidos como banyamulenge, además de realizar incursiones
en territorio ruandés.
Por
ello, Ruanda consideró que en los campos congoleños de refugiados
se conspiraba contra su gobierno, y en 1996 ordenó la persecución
de las milicias hutus en territorio congolés, con soldados ruandeses
tutsis, quienes apoyaron a las milicias congolesas de oposición
buscando debilitar a los interahamwe.
Es
en este contexto de 1996 que adquiere importancia el levantamiento
organizado por el grupo rebelde Alianza de Fuerzas Democráticas para
la Liberación de Congo-Zaire (AFDL), tomando como pretexto la
indiferencia de Mobutu hacia las masacres para derrocarlo, junto con
otros insurgentes, y con el respaldo de Ruanda y Uganda, siendo
Yoweri Museveni presidente de Uganda y Paul Kagame presidente de
Ruanda.
Mobutu,
quien había dejado el país, ofreció negociar con el líder de los
rebeldes en Zaire (Zaire: Center of chaos and strife, 1997, mayo 2),
Laurent Desiré Kabila, pero la oferta fue rechazada porque sabían
que el ejército estaba sumamente debilitado. Los soldados
congoleños, indisciplinados y mal pagados, ni siquiera opusieron
resistencia a los rebeldes, quienes avanzaron por el territorio
recibiendo muestras de apoyo popular debido al descontento de la
población por los abusos del ejército.
Los
insurrectos tomaron Kinshasa el 17 de mayo de 1997, y Laurent Kabila
ese mismo día se proclamó Presidente del Congo, devolviéndole su
nombre al país.
Sin
embargo, la AFDL no era para nada el grupo más poderoso del Congo:
se enfrentaba a una fragmentación regional en que las rivalidades de
distintas facciones debilitaban todo intento de unidad. En ese
momento Congo tenía una población de 45 millones de personas, con
250 grupos étnicos y 700 lenguas. Con la caída de Mobutu, las
naciones vecinas aprovecharon la debilidad del gobierno para ocupar
el territorio congolés1.
Se aliaban con milicias señores de la guerra locales para controlar
recursos, junto con compañías extranjeras, como diamantes, oro,
cobalto, cobre y columbio-tantalio (coltano). El coltano2
se usa en los chips de computadoras y celulares, un estabilizador que
ha adquirido gran valor, rivalizando con el precio del oro.
Una
vez que estableció su gobierno, Joseph Kabila ordenó en 1998 la
retirada de los ejércitos ruandés y ugandés, creyendo que tenía
el suficiente poder. Pero sus vecinos seguían alentando el
levantamiento de grupos rebeldes, como el Congreso para la Democracia
Congolesa (RCD), conformado por banyamulenges.
Kabila
reclutó entonces a los interahamwe de la región para
controlar la provincia de Kivu, y pidió el apoyo de los gobiernos de
Angola, Namibia y Zimbabwe, que contuvieron el avance de los
rebeldes. Mientras tanto, en el norte aparecía el grupo opositor
Mouvement pour la Libération du Congo (Movimiento para la Liberación
del Congo, MLC), con intervención de Uganda.
En
1999 el enfrentamiento entre las facciones ugandesas y ruandesas del
RCD en Kisangani, junto al río Congo, produjo el desplazamiento de
muchos pueblos. De esta manera el conflicto se extendió hacia el
norte, alcanzando, en la provincia de Ituri, a las tribus lendu,
hema, ngiti y gegere, que habían coexistido en una aparente calma.
Se formaron entonces la Union des Patriotes Congolais (UPC), que
reunía a los hema y a los gegere, por una parte; y las Forces de
Résistance Patriotique d’Ituri (FRPI) y el Front Nationaliste et
Intégrationniste (FNI), por otra parte, que pretendían la defensa
de los lendu y los ngiti. El enfrentamiento perduró hasta 2007.
La
oposición de los interahamwe la encarnó el rebelde Laurent
Nkunda, tutsi, líder del partido político-militar Congreso Nacional
para la Defensa del Pueblo (Congrès National pour la Défense du
Peuple, CNDP), que hace unos meses atacó la ciudad de Goma para
apoderarse de la provincia de Kivu del Norte, auspiciado por el
gobierno tutsi de Paul Kagame de Ruanda, y que ha producido otros 250
mil desplazados desde el mes de agosto.
Durante
la guerra civil, desde hace seis años, se calcula que han muerto
cinco millones de personas, y la misión de paz de la ONU, con sus 17
mil hombres, no ha podido hacer nada, e incluso se les acusa de
cometer violaciones de los derechos humanos (Don't let it happen all
over again, 2008, noviembre).
Papel de
organizaciones extranjeras
Anvil
Mining, compañía minera australiana dedicada a la extracción de
cobre en Congo, otorgó recursos a los rebeldes para poder trabajar.
AngloGold
Ashanti, de Sudáfrica, financió a la milicia para asegurar sus
operaciones en Ituri.
Hay
reportes de que los cuerpos de paz de Naciones Unidas cometen
violaciones y explotación de mujeres, y han estado vinculados con el
tráfico de oro (Michael Deibert, 2008, junio).
Bertaux, P. (1978). Africa.
Desde la prehistoria hasta los Estados actuales.
México: Siglo veintiuno.
Collins, C. (1993, junio). The
cold war comes to Africa: Cordier and the 1960 Congo crisis. Journal
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16 en: Base de datos Academic Search Premier (número de acceso
9402082517).
Emizet,
K. (2000, diciembre). Explaining the Rise and Fall
of Military Regimes: Civil-Military Relations in the Congo. Armed
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línea] 2008, noviembre 16 en: Base de datos Academic Search Premier
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Deibert, M. (2008,
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mayo 2). Scholastic Update. Disponible [en línea] 2008,
noviembre 16 en: Base de datos Academic Search Premier (número de
acceso 9709071452).
1
Los Estados Unidos vendieron armas y dieron entrenamiento a los
ejércitos de seis de las siete naciones africanas que han
intervenido en la guerra civil del Congo, según Adam Hochschild
(2003, julio 7).
2
Congo del Este produce más de la mitad de la oferta mundial del
coltano, según Adam Hochschild (idem)
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